viernes, 23 de julio de 2010

Lilac wine...

Sin dormir, despertando frío, ardiendo, sintiendo el vapor en los ojos; sin sol ni luces verde, sólo lágrimas y gotas, nubes, elefantes y patos en el cielo. 37 recuerdos ó 50 películas recorren dentro de mi y se conectan con las venas, la sangre se transporta y el corazón se sacude, entonces las lagrimas no sólo están sobre los techos, los hombros de la gente que camina por la calle o las ventanas de los autos. Horas más tarde despierto con el pelo revuelto y el corazón sigue sacudido, pero ahora la garganta se seca y se conecta con los ojos, ahora la lluvia sale de los ojos, nada más; los hombros de la gente parecen secos ya, las casas ya no son un mar.
Pero esta lluvia, ésta vez, no puede ni quiere detenerse, no quiere ni puede detenerse porque en alguna momento tendrá que inundar el espacio entre tus manos y mis manos y entonces, sólo tendremos que cruzar una mirada, esperar una ola de agua dulce y sentarnos para siempre.

Es así, me quedo vacio, sin algo, sin nada
Te desconozco
Quizás soy yo,
Esta vez no hay noche
Ni lágrimas
Ni hombros
Ni humo
Queda el viento, frío
Y mis manos

¿Has probado alguna vez el efecto que tiene un trago de whiskey seco? no me refiero a un whiskey con hielo y agua mineral en tardes encantadas de abril caluroso, un caballo en mes de otoño, gasolina, sonrisa de infierno, el infierno quizás no existe. Nunca mientras estés sentada, mirándome, insomne, reducido a dos palabras, una voz intermitente, mañanas con ojos sudorosos, oídos que no resisten.
Creo que llegó el minuto, creo que la tarde se está desvaneciendo.

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