domingo, 3 de abril de 2011

despiertas

Ayer soñé contigo, pensé te había olvidado, pero los sueños, sueños no son.
Repetías mi nombre, sonreías con fuerza, con soledad, con mi parte new age de eternidad.
Veía encendida mi Combi de la infancia, pero estabas ahí, a tus 23, a mis 25; poderosa, irritable, desconfiada del tiempo pasado, del tiempo sin vernos. Desconcentrada por mi entorno de colores, por mi voz requerida por los años.
- “we´ll dance this one when we get married” she said- mirabas detenidamente mis ojos, escribías una nota sencilla, directa, internacional, en rojo.
Mis manos están ocupadas en romper la rama de un árbol de eucalipto, sentado a la sombra, esperando tu decisión irrestricta.
Por lo menos, tu gesto ha cambiado, tu ironía exótica descansa, el periódico del 28 de noviembre está borroso. Farfullamos nombres, historias, recuerdos.
Predijiste nuestro encuentro, nuestra pelea, nuestro entorno, nuestro cuento, nuestro olvido. Estupor.
Agazapado tras mutismos. Volviste, eso me da alegría, tus ojos, tus leves arrugas laterales, tu piel blanca; erigiendo el momento exacto en que corres tras mi espalda y mis hombros, removiendo antiguos osarios, parpados tiritan.
Has dicho que sí, has cambiado la historia, has reconocido mis palabras, haz un esfuerzo por despertar.
Iras vestida
Reencontramos nuestras manos
Estoy esperando.
Náufragos en nuestro propio escenario. Destruyendo notas salidas, dignas elocuentes, desaparecidas.
Soy anormal, soy remolacha y llegas, despiertas, des existes.