viernes, 23 de julio de 2010

Quizas

Te presentas como eres, tal cual la gorra, la barba, el corazón empuñado.
Lustrosos días de silencio, sonrisas y yemas de huevo desperdiciadas. Alejandra no te quiere. Pelo extendido, razonar, sonar, resonar, humedecer, recordar, reanimar, dar electroshocks helados de vida. Invítame cervezas, whiskey, shandy y ahí veremos si los besos son eternos o las caricias se concilian en un viaje de barco por el canal.

Es de noche, lo sé, es de noche y las velas se refugian los gritos salen de las coladeras, vidrios que estrellan el suelo, arranques infructuosos con coraje de azotea.

Esta no es la vida que me mostraste, esta no es la vida que robaste. Ésta es la que queda, vacía, sin pantalones, sin excusa, redundante en tristeza y desencanto, poderosa en lágrimas, temporal de abandono, truenos y granizo, resequedad facial, corporal, sequedad arqueológica.

Falta agosto y septiembre para curarme, y quizás, después, se abra el cielo, la fortuna en rueda circule por mis pulmones, el sombrero caiga de lluvia, la cicatriz interna madure en un odio resoluto, infestar tu sonrisa con abracadabras oscuros, parcelas interminables de llanto y al fin, tu amargura.

Y por favor, que pare aún el dolor.

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