domingo, 2 de mayo de 2010

Imaginario

Una tarde de otoño, contando diapositivas y fotos pasadas por el tiempo, algunas manchadas con insectos muertos, algunas lágrimas se revuelven y caen sobre los rostros pequeños, sonrisas, tristezas, serpientes, oleajes, palapas, arena, carreteras, cristo en al cruz, trajes azul cielo, niños de brazos, mujeres embarazadas. A veces vuelven los recuerdos, tardes de sol y refrescos en botella de vidrio, cocos fríos, toronjas secas, madre amorosa, padre fotógrafo.
Detrás de la ventana gotas de lluvia caliente, gotas de sol; hojas pegando contra el vidrio intentan decirme tristezas, intentan quitarme la camiseta, lágrimas, residuos capilares de un corte modernos sobre mi nuca.
Las diapositivas se han convertido en un siniestro aparato de tortura. Pensar en los besos sin importancia,pensar en los besos más importantes, en la gente que pasó frente a la cámara y recién los descubro.

- El amor puede que nos devuelva al mismo lugar, a las mismas caricias, tus labios, tus flores, las flores sin pétalos, ballenas, una isla de frente-,…hace tanto tiempo que miro esta fotografía impregnada de mar, de vapor, de sal, de vino, de largas caminatas por calles de adoquín, licorerías y hieleras gigantes…-¿por qué te fuiste? Quizás me encuentres en cualquier lugar y no lleves tulipanes rosas; caminando y mirando cualquier restaurante te recuerdo; me recuerdas con mi espalda entumida o el circo de la esquina, el traje blanco de lino crudo de cualquier comercial de verano. ¿Ya ves? Últimamente no puedo ni quiero dejar de olvidarte.

La gente que pasa que pasa y sin querer, voltea en el momento justo cuando el click, pensando en no molestar, pero molestan, o sólo piensan en su inmortalidad, caminando tranquilos. Así son las diapositivas, una verdadera cámara de picos y cinturones que no dejan moverte, que te dejan, sí, inmóvil con los ojos fijos y un olor a menta recorre tu cuello.

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