lunes, 11 de octubre de 2010

Era

Yo no conozco a ella, pero mi amigo sí. Ha sufrido mares eternos de soledad. [Huele a atún en la cocina] hoy, ayer, no recuerdo, estaba frente a un escenario y sentí lo que mi amigo estaba sintiendo. Después de años de desesperanza y desesperación, oler, beber, recaer.

Después de orugas en el armario. Después de siniestros fuegos de no paz. Es tu perfume que se queda.

Voy a tratar de aclarar mi cabeza, escupir el chicle, dejar de escuchar el ruido cuando duermo.

Apagar a Simpson bart, reconstruir mi hamaca, reconfortarme con letras de otros, un pay de piña marinela.

Después, beber un perímetro de tequilas en torno a una mesa de cantina, construir líneas de sal derrotadas por limón, cerveza, pre llanto, llanto y llanto amargo. En un rebuscado sentido, recorro pasillos. ¿Y qué puedo hacer para que vuelvas? ¿Qué me toca concluir de este abandono? ¿Qué esperas que recuerde? ¿Que deje el campo limpio, que los parabuses y vallas y camiones no se queden?

Era todo tan simple, tan sencillo tan vainilla, era todo.

Ya no hay risas, aunque salgan, ya no hay tregua, ya no hay esperanza ni anhelo, es un cubo rubick que más bien suena a soledad.

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